Me ha llamado la atención este apartado de la web del Consejo General de la Abogacía titulado «Las 10 películas jurídicas de…» en el que se pregunta a destacados juristas por sus películas favoritas de esta temática. En la mayoría de los casos, junto a películas como «12 hombres sin piedad» o «El misterio Von Bulow» aparece reflejada «Matar a un Ruiseñor», la película de Robert Mulligan que adaptaba la novela homónima de Harper Lee. En ella conocemos a Atticus Finch, un abogado en el Sur de la época de la Gran Depresión que defiende a un hombre de color de una acusación de violación. La historia se muestra desde la perspectiva de sus hijos, Scout y Jem, que durante las vacaciones de verano aprenderán una gran lección sobre los prejuicios, no solo por todo lo que rodea al juicio de Tom Robinson sino por su propia experiencia con el inquietante Boo Bradley, un vecino interpretado por un jovencísimo Robert Duvall.
Pero para mí, y seguramente para la mayoría de fans de esta película, el gran icono es el personaje de Atticus Finch, una de las mejores interpretaciones del gran Gregory Peck, que llena la pantalla en cada fotograma. Atticus es el hombre bueno, en toda la extensión de la palabra: un hombre racional, humanista, sereno y que, en su rol de padre viudo, transmite en todo momento una auctoritas que despierta la admiración y el amor de sus hijos y el respeto de sus conciudadanos.
Si no conocéis la película os invito a descubrirla. Y si es en versión original, de forma que podáis admirar la extraordinaria voz de Gregory Peck, mejor que mejor.