El pasado viernes 13 de mayo fui invitado a participar en una Jornada sobre ‘Creatividad e Iniciativa para emprender’ en el Instituto de Los Maristas de Cartagena. En la misma intenté hablar desde mi experiencia como persona con múltiples proyectos relacionados con la creatividad que de alguna manera ha tenido que emprender y buscar cauces para que esos proyectos vieran la luz. Es el caso de este despacho, pero también de otros ámbitos como mi faceta literaria, a menudo abordada desde la autoedición.
Que la carátula de mi presentación no os lleve a engaño: no hice una apología acrítica del emprendimiento, tan de moda. Me parece que detrás del estímulo indiscriminado de una cierta épica del emprendimiento ha habido también cierto espejismo, por no decir engaño: y se ha acabado arrojando a miles de profesionales al autoempleo y a la práctica pseudoempresarial, para luego culparles sibilinamente de su propio fracaso.
Primero de todo hice hincapié en los inconvenientes y dificultades de abordar nuestros propios proyectos profesionales, que son muchos. Y después traté de resaltar precisamente eso: la idea de proyecto, que para mí está por encima de la de emprendimiento. No se trata de «montar algo» porque sí, sino de hacer realidad el proyecto que tienes en mente (tras sopesar su interés y viabilidad).
Como podéis ver, el hilo conductor de la breve charla fue Luke Skywalker. Como él, yo también fui un granjero en Tatooine, con inquietudes y sueños que tal vez nunca hubiera intentado llevar adelante si mi mundo no se hubiera puesto patas arriba. Es el camino que lleva hasta la Fuerza y a convertirte en Jedi, aunque «demasiado viejo seas», que diría Yoda.